A propósito de los esfuerzos que realizan personas por la construcción de otro mundo posible. Traemos este articulo que muestra algo que va mas allá de los discursos ecologistas. Mónica Florez, es una mujer que ha concretado sus ideas en esta propuesta de hacer de Pijao Quindio un Paraíso para el goce de la naturaleza y la cultura local. Creemos y soñamos conjuntamente con personas como ella, que trabajan día a día por una nueva forma de relacionarnos con la naturaleza y la sociedad.
Acá en Risaralda, continuaremos trabajando por consolidar la primera vía lenta de Colombia. Pereira-Marsella-Chinchina. Quizas falte poco o mucho, pero al menos trabajamos por un sueño.
Este municipio está cerca de ingresar a la red mundial de ciudades sin prisa 'Cittaslow'.
Aunque suene a cliché, Pijao, un
municipio de 6.600 habitantes ubicado en el occidente del departamento
del Quindíó, en plena Cordillera Central, parece congelado en el tiempo.
La entrada al pueblo es un arco de columnas de ladrillo crudo con una
estatua desportillada de la Virgen María. El reloj de la iglesia, una
torre larga y con poca gracia, pintada de naranja pálido -el párroco
dirá más tarde que parece una barra de jabón- se detuvo a las 7:25
minutos, algún día, hace muchos años.
En la plaza revolotean varias decenas de garzas blancas que llegan
desde Canadá huyendo del invierno, los hombres matan el tiempo en cafés y
cantinas con partidas de dominó, póker o billar; los niños juegan, los
abuelos descansan. Por sus calles angostas la gente camina despacio,
como contando los pasos; otros se asoman desprevenidos a los balcones de
sus casas de madera, pintadas de azul, amarillo o verde, de las que
cuelgan orquídeas, helechos y novios.
Aquí, como en la mayoría de pueblos, la gente vive sin afanes. Pero
Pijao no es un pueblito común y corriente: está cerca de convertirse en
la primera localidad de América Latina dentro de la red internacional de
Cittaslow (ciudad lenta, en italiano) una organización mundial con sede
en Italia que reúne a cerca de 150 ciudades que viven en comunión con
la naturaleza, la cultura local y la comida sana, y que les brindan a
sus pobladores una buena calidad de vida y, sobre todo, mucha
tranquilidad.
La gestora de esta iniciativa se llama Mónica Flórez, una
comunicadora e investigadora etnográfica que Nació en Pijao pero que se
fue de allí durante 20 años, tiempo en el que trabajó como docente
universitaria y reportera. También vivió en Estados Unidos e Israel. Y
hace siete años decidió regresar, huyendo del ritmo desbocado de las
ciudades y con el sueño de hacer algo bueno por su municipio, que aún no
se recuperaba del terremoto de enero de 1999 y que estaba muy afectado
por la crisis cafetera y por el conflicto armado. Una toma guerrillera
ocurrida en el 2001 espantó a mucha gente.
Entonces, Mónica se preguntó qué hacer con un pueblo tan bello y rico
en naturaleza, y se le ocurrió que una salida podría ser el turismo
rural sustentable. "Tenemos montañas, tierra caliente y de páramo, osos
de anteojos, cientos de pájaros, palmas de cera, aire puro, ríos y
cascadas". Alguien le habló del movimiento Cittaslow y dijo: "eso es lo
que necesitamos".
Viajó a Orvieto, en Italia, donde queda la sede de Cittaslow y dijo:
"yo vivo en un pueblo colombiano que puede pertenecer a esta
organización, ¿qué hay qué hacer?".
Volvió a Pijao y empezó a fomentar la idea con familiares, amigos y
vecinos, con el alcalde de turno. Siguiendo las recomendaciones que le
hicieron en Orvieto, emprendió un plan para embellecer las fachadas y
otro sobre huertas orgánicas comunitarias con mujeres y niños, al igual
que un programa de educación ambiental y gastronomía saludable con el
apoyo del Sena y otras instituciones. Y así nació Pijao Cittaslow, en el
2006, fundación de la que ella es presidenta y que la llevó a ser
concejal del municipio en el periodo anterior.
La propuesta ha estado en tres planes de desarrollo municipales,
recibió en el 2012 el premio de 'Experiencia significativa' por parte de
la Federación Colombiana de Municipios y también, el año pasado, estuvo
a punto de llegar a feliz término. Pero el alcalde, Julián Vergara, un
hombre convencido de este proyecto, murió de un infarto y los trámites
quedaron parados. Tenía 66 años.
Sin pausa pero sin prisa
¿Qué tiene de bueno el sello de 'ciudad lenta'? Mónica lo resume así:
"Lo primero: un reconocimiento a nivel mundial, ser el primero de
América Latina, y que nos ayuden económicamente para sacar adelante un
sistema de saneamiento básico y otros proyectos". Pijao no cuenta con
agua potable. "También llegarían subsidios culturales y sociales como
que nuestros jóvenes puedan ir a Italia a aprender sobre Slow Food
(movimiento de comida lenta adscrito a Cittaslow)", sigue.
También podría convertirse en un paraíso turístico. "Hay un potencial
de 80 millones de viajeros que buscan destinos naturales tranquilos e
inexplorados como Pijao", continúa Mónica y explica que lo que se
pretende es generar un turismo responsable -no masivo ni invasivo- y
respetuoso de la naturaleza y las tradiciones locales.
El nuevo alcalde, Alberto Peña, de apenas 23 años y quien lleva siete
meses en el cargo, afirma que ya está retomando el tema que dejó
pendiente su antecesor, pues cree que este reconocimiento le traerá
muchos beneficios a su municipio.
Sabe que esos trámites, prácticamente, dependen de su despacho y que
con el turismo puede llegar el progreso. Eso lo ha expresado Pier
Giorgio Olivetti, presidente de Cittaslow, quien ha sugerido, además,
implementar un programa de energías renovables y fortalecer los sistemas
de huertas comunitarias orgánicas. De eso, y de la voluntad política de
la Alcaldía, depende el sí de esa red global. "Pero todo va por buen
camino", opina el alcalde, y lo ratifica Mónica Flórez, quien espera que
el próximo año llegue la aprobación desde Italia.
Hablando de huertas, Leiber Sofía Peña tiene una en la que siembra
aguacate, limón y naranjas, y aromáticas como hierbabuena, caléndula,
menta y mejorana. "Estamos cultivando productos orgánicos, no queremos
comer más químicos. Eso nos enferma", dice la mujer, quien conoció este
modelo de agricultura gracias a la propuesta de Pijao Cittaslow.
Pero, así como tiene amigos, este proyecto suma detractores. "No nos
podemos comparar con los pueblos europeos. Allá hay gente que le gusta
el silencio y toda esa vaina. No hay niños. ¡Pero aquí estamos
levantando niños y no podemos condenarlos al silencio!", opina Gildardo
Patiño, quien cree que si llega el título de Cittaslow, Pijao se
convertirá en un lugar aburrido donde nadie querrá vivir.
Su esposa, Sixta Ardila, dueña del restaurante Las Delicias, lo mira
con un gesto de desaprobación y cuenta que ella sí está de acuerdo
porque cree que, con el turismo, el pueblo saldrá de la pobreza. Lo
interrumpe y aclara que no significa literalmente 'pueblo lento' sino
'pueblo tranquilo' o 'sin prisa'.
Los bares, cantinas y discotecas se escuchan poco. Una tutela
interpuesta por la fundación Pijaos Cittaslow logró, a comienzos de este
año, que esos establecimientos le bajaran el volumen a la música, que
retumbaba en todo el pueblo. El dueño de una discoteca -que no dice el
nombre- califica de "ridícula" esta propuesta, además de considerar que
afecta la economía de mucha gente y el derecho al entretenimiento.
Suenan las campanas del templo color naranja, invitando a misa, y
sale el padre Albeiro Pérez, párroco de la iglesia que se derrumbó el
terremoto y que fue levantada, después -según él-, en forma de barra de
jabón.
Él también hace parte de esta campaña, tanto que piensa construir un
mirador en la torre del templo como un atractivo para los visitantes que
empezarán a llegar. "Este es un pueblo de paz, tranquilo, donde no pasa
nada malo y la gente se muere de vieja", dice el sacerdote y aplaude
este proyecto.
Desde que pisó Pijao, en el 2008 -tras una invitación de Mónica
Flórez-, la alemana Martina Smith quedó enamorada de este lugar, tanto,
que dejó su país y se fue a vivir allí. Compró un lote, en la zona
rural, donde siembra café orgánico, vive en una casa de bahareque y
madera, sin luz eléctrica, cocina en un fogón de leña y duerme en una
hamaca. Y es una de las principales aliadas de Mónica Flórez en este
propósito.
"Me siento absolutamente libre en Pijao, duermo con el sonido de los
grillos y los pájaros. Me despierto y digo: vivo como en un cuento de
hadas".
Reiki en los cafetales
Víctor Grisales es un caficultor que produce, en su finca de Pijao,
uno de los 15 mejores cafés especiales del Quindío: el café Luqman.
Además de ser agricultor, es maestro en reiki.
Un día, cuenta el hombre, vio que a uno de sus cafetos le estaban
saliendo hongos y se le ocurrió hacerle terapias de reiki en lugar de
usar agroquímicos. La planta, asegura, se sanó.
"El reiki tiene que ver con la calidad, el sabor y el aroma; son
fuerzas y energías del universo a favor de nuestro café", dice Grisales,
convencido de que a los viajeros les encantará conocer los cafetales
que crecen saludables y exquisitos gracias a esta terapia de origen
oriental.
JOSÉ ALBERTO MOJICA PATIÑO
Enviado especial de EL TIEMPO
Pijao (Quindío).
Enviado especial de EL TIEMPO
Pijao (Quindío).
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